Amoescuchá, chirigota callejera se cuela en las semifinales. Jesús Manuel Selma ha escrito la letra y José Antonio García Molina, la música. La dirección es de Antonia Molina.
Desde Chiclana de la Frontera, viene esta chirigota a poner el punto y final a la segunda sesión de semifinales. En la presentación, esta chirigota explica por qué no se presenta al COAC y, en lugar de eso, canta en la calle: la libertad de expresión o que no hay necesidad de atrezo.
El primer pasodoble habla desde el punto de vista de un hombre preocupado por su padre. Lo cuida incondicionalmente porque este tiene una enfermedad que le impide valerse por sí mismo y recordar los nombres de sus familiares. Critica así a los hijos que no se hacen cargo de los padres dependientes.
Para cantar el segundo pasodoble, los chirigoteros cogen tres claveles de los colores de la bandera republicana: roja, amarillo y violeta. Cuentan que van a ver a alguien al cementerio y le llevan ese pequeño ramo de claveles. Reivindican que muchos republicanos fueron represaliados y celebran que en la Basílica de la Macarena «ya no descansa ese asesino».
La tanda de cuplés viene de cuatro en cuatro: el día de San Valentín, la regata de Cádiz, los identificadores de llamadas en los móviles, la comida de vanguardia, un nuevo monumento en Cádiz, el programa de Alberto Chicote, el consumo de drogas y los altramuces. «Este año con los cuplés me he pasado de la raya… menos mal que no vamos al Falla» es el sencillo estribillo de esta chirigota.
Antes de cantar el popurrí, el Molina recibe una llamada de la persona que ha hecho el sorteo y que les ha dejado para los últimos. En las cuartetas, se tratan varias anécdotas de carnaval: una noche con una mujer que va vestida de Frozen, una reanimación a un borracho, una multa de la policía y un niño pesado en carnaval.
Se marchan estos chirigoteros callejeros, pero no sabemos si para la calle a cantar o para casa…